3/29/2006




Juegos de mayores y casitas de niños.


La segunda fase de la operación era clara: asegurar las poblaciones y territorios situados en la bolsa comprendida entre los ríos Guadarrama y Perales y la línea formada entre los pueblos de Quijorna y Brunete, al tiempo que se asentaba la cabeza de puente en la carretera a Boadilla del Monte.

Con cierto retraso se cumplió en su totalidad, excepto en el triángulo que formaban el Guadarrama y su afluente Aulencia. Allí no se estabilizaba la situación debido a la resistencia establecida por las tropas rebeldes en Loma Bellota, Vértice Mocha y el pueblo de Villanueva del Pardillo y su loma Fortificada.

El dominio de estos enclaves era fundamental, ya que junto a los vértices de Romanillos y Mosquito, formaban una línea de alturas que dominaban todo el sector este de la ofensiva. Quien las dominase, dominaría la situación.

Estas posiciones cambiarían de manos varias veces en el transcurso de la batalla, con el consabido derroche de vidas.

Al final de la ofensiva, solamente la Loma Fortificada permanecería en manos republicanas. Desde allí mantenían a raya a los nacionalistas situados a tan solo 1.500 metros en el también inexpugnable Vértice Mocha.

Estas elevaciones son lugares privilegiados por la belleza y extensión del paisaje que se ve ante ellos y ambos parajes hoy permanecen a salvo de la construcción. Uno, Mocha, está totalmente marcado por la guerra y sus sistemas de trincheras. En el otro, el cultivo ha borrado toda huella de su trágico pasado.

Pero ambos siguen teniendo una utilidad común: sirven de emplazamiento recóndito para usos que deben permanecer al pairo de miradas no deseadas.

En Mocha y Fortificada hoy hay sendas casitas de niños. Ambas construidas entorno a árboles y muy parecidas en su forma y contenido.

No sé si los niños que las poseen (ellos no entienden de lindes y recalificaciones) son pandillas rivales. No sé si juegan a las guerras entre ellos o si quedan para jugar a la botella, pero como arquitectos han sabido elegir sitios perfectos para las dos cosas.

En realidad son sitios estupendos para hacer cualquier cosa y no hace falta ser mayor para darse cuenta de ello.

Fotografías: 1ª Casita en Vérice Mocha y 2ª Casita Loma "Fortificada".
El mapa contiene un error: donde pone Loma Artillera debería poner "Loma Fortificada"

3/24/2006







Devastación.
Dirección Nacional de Regiones Devastadas 1

Lo llamaron devastación. A lo que quedó en Brunete, Quijorna o Villanueva del Castillo lo llamaron región devastada. Luego vendría Teruel, Belchite o la Terra Alta. Todo roto. Es lo que tiene la guerra: lo pone todo perdido.

El régimen tuvo entonces la oportunidad de levantar una España, en lugar de reconstruir la que ya había antes. Esa no valía. Y además estaba ruinosa. De cómo se podían llegar a plantear una reconstrucción de los pueblos destrozados, da una idea este párrafo de Víctor de la Serna:

"El cubismo sovietizante, el ilimitado racionalismo, junto con la industrialización, las oligarquías financieras, el marxismo, la decadencia intelectual, producen los monstruos de hierro, cemento y mármol que convierten las nobles perspectivas de España en campos de alucinación".

Para ello, ya en 1938, el gobierno de Burgos organizó la Dirección General de Regiones Devastadas. Durante los siguientes 12 años este organismo trazaría el nuevo paisaje rural Español. La DGRD lo trazaría, y los presos republicanos lo levantarían dentro del programa "remisión de penas por trabajo". O lo que es lo mismo: "yo te esclavizo y tú trabajas y arreglas lo que los dos rompimos por mi culpa".

La DGRD lo tenía claro: quería reconstrucciones con una clara división social por clases y unas edificaciones inspiradas en la mejor tradición española. No existió la tentación de seguir la estela de los Speer Alemanes o los Terragni Mussolinianos y su búsqueda por una nueva arquitectura que reflejase tradición y el nuevo imperio. No, en España había que seguir gloriosos ejemplos del pasado. Así, por ejemplo, la reconstrucción de Brunete se hizo bajo los estrictos códigos del modelo "agro - imperial".

La división social se hizo de manera tajante: 4 modelos de casas para 4 clases sociales. No se aprovechó la oportunidad. Se dio a la población lo que le correspondía por su nivel económico.

Modelo "Propietario": Casa en esquina, próxima a la iglesia o a la plaza municipal, dos plantas más gracioso minarete, dependencias anexas, patio y balcón señorial en los dos exteriores a la calle.

Modelo "Comerciante": Casa en esquina, dos plantas, pequeño patio y bonito balcón corrido estilo "castellano leonés".

Modelo "Ganadero": Casa de fachada a una sola calle, dos plantas, patio interior y sobrio único balcón.

Modelo "Aparcero". Una planta, una puerta y dos ventanas.

Todo ello construido en piedra y ladrillo bajo teorías tan bien explicadas por Ernesto Giménez Caballero en una especie de fábula heroica del constructor tradicional español:

"La piedra es la tradición de Roma en la arquitectura española. La piedra de los acueductos y puentes cesáreos. La piedra que informó los primeros castillos asturianos y roqueros de la Reconquista. La piedra que sirvió para construir las catedrales [..] y los sillares de El Escorial. Junto a la piedra, la pizarra[..]. La pizarra es el elemento germánico que la Casa de Austria – ese Felipe II soñador de paisajes con nieblas y bosques- aportó a la tradición románica y humanística de la piedra en España. [El ladrillo] Elemento: tierra, barro, marga, polvo, suelo mismo, pueblo mismo e ínfimo de España, en su lucha secular contra la piedra, dominadora y aria. La lucha entre piedra y ladrillo (cristianos e infieles, nacionales y rojos) duró largos siglos medievales sin resolverse en el frente arquitectónico de España, con escaramuzas fronterizas. Hasta que Madrid logró su unificación. Aceptando al ladrillo en su sitio estricto. Encuadrado y vigilado, pero utilizado".

Hay mucho que contar sobre la reconstrucción de Brunete, pero basta, por ahora, con un apunte:

La prosperidad de Brunete antes de la guerra provenía de una gran charca que almacenaba agua durante el invierno. Aunque no era apta para el consumo humano en el verano, si permitía tener pequeñas extensiones de cultivo de regadío y abrevar las reses. Durante la reconstrucción, esta charca se utilizó para deshacerse de los escombros: en su lugar iban a poner una fuente.

Antes de la guerra, Brunete contaba con 1451 habitantes, y en 1939 sólo quedaban 230. Hasta mediados de los años 80, Brunete no volvería a tener una población como la que tuvo antes de la guerra.

Fotografías: 1ª Modelo Propietario, 2ª Modelo Comerciante, 3ª Ganadero, 4ª Aparcero y 5ª Contraste. Febrero 2005.