1/26/2010







EL HOSTIARIO.


Hablar de un hostiario en una guerra da para mucho chiste. Si uno se suelta y le da a la húmeda es un no parar. Ya sé que es facilón y poco elaborado, pero si en algún sitio se reparten hostias es durante una guerra. A diestro y siniestro. Caen hostias de todos lados, hasta del cielo. Montañas de hostias. Hostias como panes y hasta el moderno hondonadas de hostias.

Pero al margen de las que matan, de las que en Brunete hubo para dar y tomar, las tradiciones y credos en España hicieron que también se repartiesen Hostias en los frentes.

En un paseo con un buen amigo por el sector de Cerro del Mosquito apareció un hostiario, pieza singular para estar en medio del monte. Objeto sagrado, algo que no se olvida sin querer. No hay clérigo que lo pierda sin ir a buscarlo. Su presencia allí no podía ser casual y el que lo perdió no lo hizo a voluntad.

Con ese run-run en la cabeza me quedé y cuando tuve oportunidad busqué en una lista detalla de heridos y muertos de la unidad nacional que allí estaba apostada.


“10 de julio de 1937. VIIIª Bandera. En el Mosquito cae herido el Capellán legionario Pedro María Ilundain”

Un objeto con nombres y apellidos.


Fotografías: El posible hostiario de Pedro María.

4/24/2008





AMO ESTA TIERRA.



En los últimos meses he andado en otros campos de batalla. Todos siempre dramáticos – paisajes que se adivinan lunares en su momento- pero este, Brunete, siendo más discreto, me atrae de manera intestinal.



Ahora, que la primavera revienta a cada paso que doy, surge la cara más amable de esta dura tierra castellana. Ahora, que la belleza te nubla la mirada, quiero mostrar la vida que esconde las huellas del histórico campo de muerte.



Mi hermano hablaría de encinas preñadas, el agricultor de la cosecha. Yo hablo de ese verde histérico y azules profundos. ¡Cómo me gusta la combinación!.




Fotografías: Abril 2008. "Paisaje" y "Rayones en las trincheras".

11/23/2007




La 46 división de "El Campesino".


En la madrugada del 6 de julio de 1937, y desde Valdemorillo, los hombres de la 46 división del Ejército Popular de la República se lanzaron a tomar sus objetivos. Tras alcanzar el Vértice Llanos, deberían tomar el pueblo de Quijorna en audaz golpe de mano sin preparación previa de artillería ni acción de la aviación. Conservar el efecto sorpresa era primordial. Llanos resistió, pero toda vez totalmente rodeada, las brigadas del campesino fueron a por el pueblo, aunque es de suponer que ya sin ningún tipo de sorpresa. Allí les esperaban un batallón del Regimiento de Infantería Toledo, dos centurias de la 5ª Bandera de Falange de Castilla y una compañía de Tabor Ifni-Sahara. Unos 750 / 1000 soldados para enfrentarse a toda una división.


Valentín González conocía muy bien el pueblo y su orografía circundante, ya que había sido capataz durante las obras de construcción de la carretera Villanueva de la Cañada – Quijorna – Navagalamella y supo rodear al 90% el pueblo, ocupando las mejores posiciones en poco tiempo. A pesar de ello, y del empleo de artillería, los sitiados aguantaron hasta el día 9. Con ello se habían cumplimentado todos los objetivos principales marcados para la división en el plan general de operaciones, flanco derecho. Su misión, a partir de ese momento, era aprestarse a la defensa, ya que la misión de su unidad, en adelante, sería servir de protección por el Oeste a las Divisiones encargadas de la penetración. Para ello ocupó y fortificó las alturas situadas a ambos lados de la carretera que atraviesa el río Perales, pero sin cruzarlo.

Multitud de líneas trincheras excavadas en granito, con cuevas de refugio para escuadras, deberían servir para que por ahí nadie pasase.

El día 18, la IV de Navarra pasó al ataque, dentro del primer plan de contraofensiva nacionalista. Los hombres del Alonso, con una dotación de 4 batallones recién llegados a ese frente, se lanzaron al asalto de las escarpadas colinas tras una preparación de artillería de 45 minutos en la que tomaron parte, nada más y nada menos que 64 piezas. Tras este infierno, la aviación batió la zona con uso intenso de bombas incendiarias. A partir de ese momento los combates fueron muy intensos y continuos. Se tomaron las alturas previas al vértice Llanos y el día 19 cayó el monte Perales, al Sur-oeste de Quijorna. Pero los del Campesino resistieron y contraatacaron.

Finalmente, en la noche del día 20, la IV de Navarra se replegaba ordenadamente a los puntos de partida.

Valentín González, Mayor de milicias, fue rudo y utilizó sistemas disciplinarios deplorables. Tuvo que soportar también el desprecio de otros mandos como Miaja, Modesto y Líster. Sus actuaciones no siempre fueron brillantes y se le llegó a acusar más o menos directamente de cobardía en Teruel y el Ebro. Pero en Brunete, su unidad fue la única que consiguió y retuvo los objetivos marcados, permaneciendo, además en esta situación, hasta abril del 39.


Fotografía: Panorámica del frente (sector Quijorna) tomada desde el monte Perales, noviembre de 2007.

8/25/2007








1ª CLAVE DE LA VICTORIA DEL EJÉRCITO NACIONALISTA: EL DOMINIO DE LAS ALTURAS.


El recién creado Ejército Popular de la República significaba la conversión de las columnas de milicianos en un Ejército Regular en toda regla. Tras, digámoslo así, la prueba de fuego en la Batalla de la Granja, el Estado Mayor Central se sintió con capacidad para acometer una gran ofensiva. Pero también tenía como necesidad el mejorar públicamente la imagen del nuevo gobierno (Negrín) y levantar la moral de la retaguardia, que veía en la toma del País Vasco un adelanto de lo que iba a pasar en el resto de España. Así, las máquinas de escribir de la prensa también se prepararon para la ofensiva.

Las tropas de Miaja irrumpieron brillantemente en las líneas enemigas de manera sigilosa y efectiva. Sin embargo, incomprensiblemente, todas las unidades se detuvieron en la mañana del día 6 de julio a la espera de que cayeran las resistencias ofrecidas en Villanueva de la Cañada, Quijorna y Vértice Llanos. En esos tres puntos, pequeñas unidades, de 2 o 3 compañías cada una, se habían hecho fuertes y se resistían al empuje de Brigadas enteras. Modesto y Jurado, jefes de los dos Cuerpos de Ejército involucrados en la pinza oriental de la maniobra, temerosos de sus flancos y de dejar bolsas dentro del territorio ocupado, dejaron de cumplir con la segunda fase del plan original. Falta de audacia y exceso de precaución que pasaría gran factura. Todo por unos núcleos sin importancia, escaso valor estratégico y con guarniciones destinadas a caer por falta de efectivos, municiones y reservas. Solo eran valiosas para la propaganda, ya que la toma de pueblos era más cuantificable para la población que los hitos topográficos.

Pero sobre todo hay que destacar la falta de visión que demostraron los mandos de las grandes unidades republicanas, ya que el peligro no estaba en esas poblaciones totalmente copadas, si no en los vértices y cerros que salpicaban el paisaje. La comarca donde se estaban desarrollando los combates, era una gran planicie de entre 590 y 610 metros de alturas dividida por la brecha que suponía el valle del Guadarrama. En esta superficie destacaban una serie de puntos ligeramente más altos (660 – 690 metros) que dominaban todo el espacio. El Ejército de Franco supo enseguida que hacerse fuertes en esos puntos era tener la Batalla ganada, o al menos, la ofensiva detenida. Y es que estos cerros, colinas y vértices podían ser duros de roer aunque fuesen guarnecidos por escasos efectivos.

De norte a sur y de oeste a este, Loma Fortificada, La Mocha, Vértice de Romanillos, Posición Álvarez Entrena, Loma Quemada y Cerro del Mosquito, creaban una línea defensiva en el flanco este y al sur de la incursión y que respondía a la principal necesidad del Ejército de Franco: parar al enemigo en seco y ganar tiempo para poder llevar a la zona 90.000 hombres para organizar la contraofensiva.

Oficinistas de Villaviciosa de Odón y Boadilla del Monte, Centurias de Falange y algunas compañías de Regulares y la Legión - en total no llegarían a 3.000 soldados – se hicieron fuertes en esos puntos a lo largo del día 6 y consiguieron resistir hasta la llegada de los contingentes esperados, entre los días 7 y 8.

Mientras, el Ejército Popular de la República se empeñaba en batir posiciones de escasa importancia, y para cuando quisieron meter mano en serio, la línea estaba ya guardada por unidades mucho más experimentadas y, sobre todo, de mayor cuantía.


Fotografías: Panorámicas desde Loma Fortificada, Loma Bellota, Cerro del Mosquito y Posición Alvarez Entrena. Tomadas en julio 2007, 70 años después de la ofensiva.

6/22/2007



FICCIÓN Nº1


Dragan maldijo mil veces a los de enfrente. Él lo decía así, como suena: "los de enfrente". Entre palabras - incomprensibles para casi todos más allá de su batallón donde abundaban los Yugoslavos -, se le oía decir "los de enfrente". Dragan sabía que hacía alusión a los enemigos, a los rebeldes, pero siempre pensó que contenía algún significado descalificativo. Desde que llegó a la Base de Albacete en enero de ese mismo año había aprendido cientos de expresiones para descalificar, y consecuentemente pensó que era más de lo mismo. De hecho no conocía ninguna forma para referirse al enemigo – quizás era "enemigo" la excepción – que no fuese insultante.


Dragan se afanaba con la baqueta. Cada vez que la introducía en el cañón del fusil se le endurecía el tono de la voz y se le oía la cantinela... "los de enfrente". Realmente no sabía lo que hacía, pero sentía la necesidad de hacer algo mecánico, reiterativo. Los habían jodido a base de bien. Les habían dado en la misma mejilla que ya habían puesto antes. La XIII brigada había defendido esas posiciones desde el principio, y si bien es cierto que el maldito Romanillos seguía ahí, imposible de tomar, también es cierto que el enemigo no había podido hacer nada con sus ataques. Era un duelo de tú a tú. Pero 2 días antes habían sacado a su Brigada de línea tras 7 de combates y lo que tanto había costado defender, los españoles de la 68 Brigada casi lo pierde en un par de jornadas. Alguien en el cuartel general pensó que lo mejor era volver a traer a las trincheras de la Casa del Guarda a los internacionales.


Dragan, mientras limpiaba el ánima de su Mosin Nagat era consciente que ya le daba lo mismo la muerte de sus compañeros. Habían sido tantas en los últimos días, meses, que no le cabían bajo el casco el nombre ni de una pequeña parte de ellos. Sí se acordaba del primero que calló. Y del segundo y el tercero. Luego los nombres se entremezclaban y el orden era imposible. Recordaba también al primero de los de enfrente que abatió, pero no se acordaba del amargo sabor en la boca que sintió. En aquella ocasión sólo escuchó la descarga de su fusil y unas milésimas de segundo después vio aquella figura desplomarse fulminada. Él siempre le decía a sus compañeros que le había atizado en la cabeza, porque solo cuando le das a alguien en la cabeza el cuerpo se desploma tan rápido. "Se desplomó a la misma velocidad que iba la bala" o "se desplomo a la misma velocidad que el alma le salía por la boca", decía, y no para fanfarronear sino para sacarse los fantasmas de encima. Pero eso había sido hacia una eternidad, a primeros de abril en los alrededores de Valsequillo, Frente de Extremadura. Había pasado tanto tiempo, que ahora, a mediados de julio, sabía perfectamente que cuando un enemigo caía en la distancia bajo el punto de mira de su arma, la bala asesina había sido dispara siempre por un compañero más rápido que él. O al menos eso se decía a si mismo.


El sector había quedado más o menos asegurado, pero la escuálida brigada había sufrido muchas bajas y ya nadie podía continuar. Dragan también dedicó algunos pensamientos a los de arriba.


Al terminar la refriega, Dragan se alejó un poco de la trinchera y busco el cobijo de la sombra de una encina, se sentó y miro un pino. Por unos instantes todo sus pensamientos giraron entorno a ese pino y en como había podido sobrevivir al infierno de fuego y pólvora que los humanos habían desencadenado en aquel precioso bosque. Luego desechó estos pensamientos y de manera automática saco la baqueta de su fusil. Tiró del cerrojo tres veces, hasta que el arma quedó descargada. Miro luego en sus cartucheras y vio que no le quedaba ni un solo peine. Le habían suministrado munición en tres ocasiones a lo largo de la mañana y solo le quedaban tres balas. Tampoco le quedaba ni una sola granada, pero recordaba vagamente haberse desecho de un par que le pesaban demasiado.


Dragan no escucho ninguna descarga cercana, su sector estaba bajo la extraña calma que sucedía a los combates intensos en verano. Tampoco sintió la presión de una explosión cercana. Ni siquiera noto dolor alguno. Ahora su nariz estaba apoyada entre las hojas caídas y pinchantes de la encina. Delante de él estaba una de las tres balas que le habían quedado y en su cabeza una disparada por alguien que ni siquiera estaba cerca.
Dragan penso "vaya, una bala perdida de los de enfrente".


Y Dragan dejó de pensar.
Fotografía: Tres balas calibre 7,62mm Mosin Nagat y Baqueta de limpieza del mismo arma encontradas bajo una encina. Junio 2007.

5/04/2007

Brunete 1938


Brunete 1956



Brunete 2006



LA DESTRUCCIÓN DE UN PUEBLO.

Cuando las tropas de Líster de la 11 División llegaron a las puertas de Brunete el 6 de julio de 1937, el pueblo se encontraba dormido y prácticamente indefenso. Si bien era el centro del dispositivo nacionalista en la zona, la defensa del sector estaba basada en los núcleos, de Este a Oeste, de Vértice Mocha, Villanueva de la Cañada y Vértice Llanos. En Brunete estaba la jefatura y el puesto de socorro. Las tropas especializadas en incursiones discretas del EPR se habían colado sin disparar un solo tiro y sin las habituales preparaciones artilleras.

Para entrar en Villanueva si estaba programado un ataque en toda regla, con artillería y aviación, pero para cuando este empezó, las tropas republicanas ya andaban en Brunete, que a la sazón esta cinco kilómetros más al sur, es decir más dentro de la retaguardia, que Villanueva.

El pueblo cambió de manos sin que se viese dañado.

Lo peor para Brunete, ya sin rastro de los escasos habitantes civiles que se habían mantenido allí, vino después. La 11ª división quedó allí parada y el pueblo se convirtió en primera línea de fuego. Y aunque no sufrió durante los primeros 18 días ningún asalto, si fue objetivo de la artillería nacionalista, que bien sabía que sus calles eran un hervidero de tropas. Pero fue el 24 de julio cuando Brunete sufrió la parte más dura. La festividad del recién nombrado santo patrón hispano era idónea para dar el golpe de gracia a la incursión republicana: a toda costa al día siguiente Brunete sería liberado. La artillería fijó la torre de la iglesia y el fuego de mil infiernos se abatió sobre la villa. Desde el sur, e intentando envolver el pueblo por Oeste y Éste, la 13 división nacional sale de sus refugios a las 7 de la mañana del día 24. El Regimiento Regalado no puede seguir y la zona izquierda del avance se paraliza, mientras que en el otro extremo los hombres de Alvarez Entrena desarrollan fortísimos combates que terminan con el cruce de la carretera y con el pueblo rodeado en tres cuartas partes. La crudeza de estos combates queda reflejada en el dato de que la toma de un solo complejo de trincheras perdieron la vida más de 100 soldados republicanos. A la noche, solo el cementerio (triste coincidencia: un ejército y una ofensiva van a morir a un cementerio) queda en manos de los leales. Allí se han juntado, en mezcla curiosa y explosiva, la 11ª del consumado comunista Líster y la 14ª del anarquista Cipriano Mera.

De lo que pasó en el cementerio trataré en otra ocasión, pero lo cierto es que durante la noche del 24 al 25 hubo nuevos ataques para recuperar el pueblo. Al paso y tiro de los carros T26 un combinado de las dos divisiones intentó lo que de antemano se antojaba imposible. Finalmente, tras 36 durísimas horas, con combates puerta por puerta, Brunete dejó de sufrir.

No quedaba nada en pie, salvo la iglesia totalmente carcomida por los impactos de artillería, una antigua nave (que aún se conserva y que sirvió durante la reconstrucción para albergar a los presos) y la casa que sirvió de Cuartel General a Enrique Líster.

Después, en 1940, llegó la Dirección General de Regiones Devastadas.

Fotografías: Vistas aéreas de Brunete años 1938, 1956 y 2006. Orientación Norte, misma escala, mismo encuadre.

4/06/2007



EL FINAL DE LA XV BRIGADA INTERNACIONAL.

He caminado por el bosque y las ruinas de la Casa del Monje con María. Sobre este bosque he escrito en varias ocasiones y sobre la XVª, también. Pero mi sobrina María no había oído nunca hablar de las Brigadas Internacionales, ni ninguna historia sobre los voluntarios de tantos países. Ella se pregunta, con indignación, porque ese dato histórico no es más conocido y yo le respondo que es de sobra popular y que al día siguiente le enseñaré los espacios que ocuparon los voluntarios americanos.

El bosque que rodea a la Casa del Monje vio el final de la Brigada número XV. Después de la paliza que sufrieron durante la batalla del Jarama, mandaron a los Batallones que conformaban esta unidad, “British”, "Lincoln" y "Washington", junto al “Otumba” formado por españoles, a lidiar en el frente de Brunete. Del Jarama venían reforzados volvían a tener un numero adecuado de combatientes, la moral muy alta y una excelente experiencia de combate. Como unidad de élite que era se les asignó una brava misión: ser punta de lanza del XVIII Cuerpo de Ejército en el camino hacia Boadilla y luego hacia Móstoles.

En el camino se encontraron con el Cerro del Mosquito, defendido extraordinariamente por la 8ª Bandera de la Legión. Lo intentaron una y otra vez. El día 10 de julio las bajas eran ya muy numerosas. El batallón ingles empezaba a mostrar síntomas de estar agotado en su capacidad ofensiva, el Lincoln había perdido a dos comandantes en jefe y la sangría continuaba. El día 11 se reiteró la orden de tomar el Mosquito. Los internacional emprendieron la subida una vez más y la contraorden para que cesasen en el intento llegó tarde. El resultado fue nefasto: el Otumba se retiró de mala manera, el British dejó claro que ahí no volvían a intentar subir (que ya habían sido suficiente carne de cañón en la Colina del Suicidio del Jarama) y los dos batallones americanos fueron refundados en uno en virtud a la elevada cifra de bajas. Para colmo de males, el jefe del Estado Mayor de la brigada, George Nathan, era enterrado en el bosque, junto a tantos otros. En este estado quedó la otrora flamante Brigada, mientras permanecía en el frente desgastándose en el kilómetro 4 de la carretera Boadilla-Brunete.

Ni los refuerzos pudieron ayudar, más bien todo lo contrario, a conservar las posiciones y el 16 se pierden el Cortijo y el Olivar.

El día veinte son sacados de línea. Muchos debieron pensar que por fin se les daba el relevo... nada más lejos de la realidad: tenían que realizar un ataque para recuperar la tierra perdida por la 68 mixta. El fin.

Y mi sobrina me decía que se sentía rara, que pisar las trincheras le daba “mal rollo”. Y yo no le hablé de las tumbas que pisaba.

Fotografías: Cadáver de un miembro de la XVª hallado en el Bosque (el autor prefiere mantener el anonimáto , 2004). Material Bélico recuperado en el Bosque y la Casa del Monje (Abril 07).

2/20/2007





CASITAS DE NIÑOS; JUEGOS DE MAYORES II



Todo empezó bien para el Ejército de maniobra, pero muy pronto se toparon con lo que a la larga se convertiría en la gran piedra en el camino. Campesino y su 46 división era parado en Quijorna y el vértice Llanos, el XVIII Cuerpo de Ejército tenía que emplear todo un día para reducir la guarnición de Villanueva de la Cañada y Líster, al mando de la 11 División, se paraba en Brunete, ante el miedo a seguir penetrando teniendo la inmediata retaguardia tan poco asentada. Sin este terror a dejar los flancos desprotegidos, los hombres de Líster hubiesen podido avanzar por la carretera a Sevilla la Nueva, cruzar el Guadarrama y ocupar Villaviciosa de Odón sin casi oposición. Pero no fue así y en la practica poco más de 400 soldados nacionalistas paraban unas huestes formadas por 90.000 hombres.



Ese parón, que para los de enfrente supuso un tiempo de oro, sirvió para que las escasas tropas localizadas en el sector se aprestasen a la defensa en lugares estratégicos. La más notable de estas pequeñas movilizaciones fue la del comandante Álvarez Entrena, que se situó en la carretera a Sevilla la Nueva con 200 hombres sacados de las oficinas de Villaviciosa. Colocados a 2 Kilómetros al sur de Brunete, consiguió que por ahí no pasase ya nadie durante el resto de la batalla.



De manera menos sonora, unos cuantos hombres procedentes de Boadilla se instalaron en la vertiente Este del río Guadarrama, dominando así el paso del río. El puente ya había sido volado, de forma que cuando un pequeño destacamento de la XV División Internacional fue a cruzar por el vado se encontraron un escaso pero certero fuego procedente de posiciones bien escogidas. Al Este la incursión también era paralizada por un puñado de combatientes.



Estas tierras, tan óptimas para la defensa pertenecen, en parte, a Los Barros.



Diez años atrás, verano arriba verano abajo, la tribu que formaban mis sobrinos mayores se empeñó en que quería una cabaña. A mí, que disfrutaba mucho con estos juegos, me faltó tiempo para ponerme en marcha. Con una sonrisa recuerdo la ilusión con que María, que le gustaba más mandar que cualquier otra cosa, se puso a organizar a los un poco más pequeños. Ibamos a construir una atalaya desde la cual se tendrían unas magníficas vistas y así poder vigilar a los mayores. Yo, que obviamente pertenecía al grupo de los mayores, quedaba exento de sospechas y no tenía que ser vigilado porque fui adoptado por los pequeños. La casita tenía además que estar protegida del sol y situada a una distancia prudencial de la casa de Los Barros.



La elección del emplazamiento fue sencilla: un grupo de encinas situados en lo alto de una barranca que familiarmente conocíamos por "el mirador". Con orientación Oeste / Sur-Oeste, desde allí se dominaba el valle del Guadarrama y se podía ver desde Navalcarnero hasta Villanueva del Pardillo, pasando por Brunete. Por supuesto el camino desde la casa también quedaba cubierto desde la cabaña. Si mis sobrinos querían vigilar sus secretos ese era el sitio.
La construcción fue la parte principal del juego y más tarde, con la llegada del invierno de hace diez años, solo iban para "ver como estaba".



Con la forma diferente de ver los paisajes que ahora tengo, fui al mirador el pasado fin de semana. Y busqué restos de la batalla en ese sitio privilegiado. Sabía, por las experiencias de Mocha y Loma Fortificada, que donde los niños hacen casitas, los mayores también se la juegan. Cuantas veces he estado allí, con tribu y sin ella, sin ver nada de lo que ahora veo. Allí es donde primero he llevado a visitas, amigos y amores durante todos estos años. A todos les he explicado el paisaje y, por supuesto, la cabaña, de la que aún hay restos.



Ahora les podré contar desde una trinchera bien visible, y que todos estos años me había pasado inadvertida, que allí, en mi querido mirador, hubo barro rojo.


Fotografías: Arriba, panorámica del campo de batalla desde el Mirador, restos de la casita de la tribu y material de guerra recuperado en el mirador.

1/31/2007




















































El póster de Oliver Law.


La República confió desde el principio en el poder de la propaganda para lograr una resistencia fuerte y un ejército con empuje. Son muchos los ejemplos del depurado arte propagandístico que llegaron a tener a través de sus pósters.

Hubo uno que reflejaba lo internacional del conflicto y el apoyo que la causa lealista tenía a lo largo y ancho del mundo. En él aparecen tres rostros bien diferentes: un asiático, un negro y un europeo. Esta imagen parece haber sido inspirada por una no menos famosa fotografía, en la que aparece un grupo de interbrigadistas.

En uno y otra están los rostros de dos miembros del Batallón Lincoln de la XV Brigada Internacional: Oliver Law y Jack Shinray. Ellos el culmen de la unión de razas y pueblos contra las tropas rebeldes. Un afroamericano y un japoamericano luchando en castilla.

La propaganda les hizo famosos y, aún hoy en día, siguen siéndolo. Pero ninguno de ellos vivió para disfrutar de ello. Ambos murieron en el Cerro del Mosquito. Al Capitán Law, comandante del Batallón, un mortero le quito la vida el 9 de julio y dos días más tarde era Shinray el que se topaba con una bala.

Brunete acabó con los dos.


Fotos: Cerro del Mosquito en la actualidad, Law, Shinray y otros interbrigadistas y el Póster.


12/05/2006




Acelerador del tiempo.

Una batalla son muchas cosas, todas muy alejadas de la imagen cinematográfica que tenemos en la cabeza de esta típica muestra de comportamiento humano. Visto de cierta manera, una batalla es un acelerador del tiempo.

En escasos días el árbol que debería crecer durante otros quinientos años es cercenado. El joven que aún le queda mucho por andar, muere.
Y las casas y pueblos que deberían perdurar hasta que se derrumbase, caen hechas escombros en el transcurso de unos días.
Las explosiones, balas y fuegos no perdonan ni al tiempo. Se convierten así en pequeños dioses que actúan como tal.

Fotografías: Brunete antes y después de la Batalla.

7/31/2006





Casa con encanto.

Hay construcciones que sin querer acumulan historia, y este palacete de los años veinte no escapa a esa característica. Su aspecto, además, ya indica una historia truculenta y retorcida, o al menos salpicada de hechos funestos.

Propiedad del Conde de las Almenas, su amigo Antonio Maura, el que fue Presidente del Gobierno en varias ocasiones, murió allí al caerse por las escaleras en un día 13.

El Conde de las Almenas le regaló a Franco, ya dictador de España, este modesto adosado para que disfrutase de sus momentos vacacionales. Sin embargo, el Generalísimo lo empleó como baluarte cuando sus servicios de información le comunicaban inestabilidad, probabilidad de atentado o posible sedición.

Y luego lo peor que le puede pasar a un edificio: abandono durante décadas.

En los días previos a la batalla, el General Miaja, jefe último de los ejércitos que iban a entrar en combate, instaló entre estos muros su cuartel general, centro de mando y observatorio. Desde allí siguió durante 20 días la decadencia de su flamante ejército de maniobra: vio y dirigió esas primeras jornadas llenas de esperanza y luego asistió, veinte días más tarde, a la retirada de las maltrechas huestes. Todo desde ese palacio.

Miaja lo eligió, no por su lujo sino porque desde él se ve toda la zona de operaciones con claridad, al tiempo que esta situado suficientemente lejos como para estar a salvo.

Fotografías: Arriba, Casa del Canto del Pico. Abajo, Bosque de grúas y panorámica del frente desde la misma. Julio 06.


7/06/2006



Hoy hace 69 años.

Un día como hoy, a estas mismas horas (01:44), el V Cuerpo de Ejército Republicano rompía las líneas nacionalistas en dirección a Brunete.

Empezaron de noche sigilosamente y acabaron en retirada a medio día del 25. La esperanza se cambió por derrota. Nada cambió por llevarse acabo esa batalla. Nada salvo que el registro civil tuvo que cambiar la situación de diez mil jóvenes. "Defunción" se hincharon a escribir los funcionarios en España, EE.UU, Alemania, Inglaterra, Polonia, Unión Soviética...

Hoy hace 69 años que comenzó la batalla.

Hoy hace 69 años que se empezó a formar Barro Rojo en esas tierras.

Fotografía: Valle de Brunete con Villanueva de la Cañada en Primer Término, luego Ribera del Guadarrama y, en el recuadro rojo, los Barros. Vista desde el punto de partida de las tropas republicanas. Enero 2006

5/31/2006



Isabel.

A Isabel le gustaba verme emocionado con las cosas y en aquellos días le hubiese gustado compartir mi emoción al andar por estas tierras.


Compartimos un verano en Los Barros y teníamos el valor de salir a caminar con 40º de temperatura. Mi amigo Armando me había regalado unos meses antes un detector de metales que resulto que no detectaba ni una viga de acero, pero que si valió para que ese verano Isabel y yo nos diésemos paseos y no riésemos a 40º a la sombra.


Le lleve a ver la Casa del Monje y ella usó unas botas de mi padre que le estaban pequeñas. No recuerdo más de ese paseo, salvo que lo único que encontramos fue un trozo enorme de un proyectil del 155 (por lo menos) y el detector no lo detectó. Simplemente lo vimos hincado en la tierra.


Ella acabó por llorar por dolor que le causaban las ampollas que le hacían las botas de mi padre. Y yo me sentí absolutamente inútil e incapaz. La quise llevar en brazos: dos kilómetros campo a través con 40 a la sombra y yo pretendiendo llevarla en brazos.


Siempre que veo esas ruinas me acuerdo de cómo las risas a 40º a la sobra acabaron en lágrimas.


Ahora ella vive en el campo y tiene un niño.


Espero que haya aprendido a no tener que pedir botas para ir a pasear por el campo.


Fotografía: Isabel comiendo un melocotón en la Casa del Monje (Verano de 1998).


Casualidades numismáticas.

En tres trincheras diferentes, tres monedas. Ninguna es de la República del 31 o posterior. Ninguna era de curso legal cuando por allí andaban pegándose tiros.

8 Maravedís de Fernando VII (1820), 4 Maravedís de Felipe III (1605) y 5 céntimos del Gobierno Provisional (1870).

¿Tres soldados las llevaron encima?. ¿Amuletos?. ¿Trofeos de un saqueo de guerra?. ¿O bien las perdieron tres personas a lo largo de los siglos y con el tiempo resultaron haber caído en lugares elegidos para ser emplazamientos militares?.

En los paseos por el campo de batalla de Brunete preferiría una moneda por cada bala, trozo de metralla o resto de la guerra que encuentro: a parte de que tendría, digamos, bastante tranquilidad económica, no me quedaría ese sabor amargo en la boca.

Fotografía: Tres monedas (mayo 2006).

5/16/2006




LA DOBLE IMPORTANCIA DEL AGUA.

La ofensiva inicial del Ejército Popular de la República se contuvo y, en otros casos, se argumentó, en torno a cursos fluviales: Flanco derecho, río Perales; Flanco izquierdo, río Guadarrama.

La batalla de Brunete fue, además, una batalla sedienta. El mes de julio en esa zona es extremadamente abrasador y los 35º grados a la sombra son habituales, la escasez de agua perenne y el control de los escasos pozos y fuentes un valor estratégico.

Las comunicaciones Republicanas fueron uno de los mayores fallos del Estado Mayor del Ejército de Maniobra. Una sola arteria ponía en contacto frente y retaguardia. Continuamente atacada por la aviación italiana y alemana, al mismo tiempo servía para suministrar repuestos y refrescos y para la evacuación de heridos. El atasco constante que sufrió la carretera de Villanueva de la Cañada - Brunete impidió el correcto abastecimiento de agua y alimento a las tropas enfrascadas en el combate y muchos fueron los heridos que murieron esperando a una descongestión que facilitase su evacuación a un hospital de retaguardia. Los combatientes que sedientos recurrían a beber de arroyos o de los pequeños caudales de los ríos que limitaban la bolsa, corrían el riesgo de enfermar de difteria o tifus.

Frente a ellos, las tropas nacionales contaban con media docena de carreteras principales que facilitaban el correcto fluir del movimiento de tropas y abastos.

Quizás la batalla se decidió en las carreteras.

El Ejército Nacionalista lanzó una primera contraofensiva general el día 18. Consideraron que el enemigo estaba ya desarticulado y que las tropas propias, desde hace días más numerosas en todos los sectores, podrían aplastar a las diezmadas brigadas republicanas sin problemas. Se encontraron con un enemigo correoso y difícil de batir que se agarro como pudo a sus posiciones.
La maniobra nacionalista se neutralizó e incluso se contra atacó. Pero las esperanzas del Ejército de Miaja eran nulas. Él sabía que Franco volvería a la carga: frontalmente y sin cuartel. Cuestión de orgullo para el africanista.

Desde ese momento, y hasta que se desencadeno el ataque final (día 23 de julio), en el flanco Este de las operaciones se generó un pequeño frente estabilizado durante 4 días entorno a la confluencia de los pequeños arroyos de El Palomar, Calabozo, Prado Chico y Prado Grande.
Ambas orillas se fortificaron con pequeñas trincheras de fortuna y ambos bandos se metieron de lleno en una nueva fase de hostigamiento y desgaste.

Es estremecedor pensar que este agua, entorno a la cual brota la parte más bella del bosque de Romanillos, pase a la historia por algo tan cruel.

Fotografías: Arriba, material recuperado en una de las posiciones nacionalistas. Posible emplazamiento de una ametralladora. Abajo, panorámica de la vaguada de los arroyos. Mayo 2006.

4/27/2006






Paisaje inevitable.

Desde pequeño y según me iba enterando de lo que allí había pasado los paisajes que rodean a Los Barros iban tomando un peculiar matiz. Con la imaginación de niño era fácil verlo, las llamas en el bosque y las explosiones en los campos. Más de mayor todo ello se sigue viendo de otra manera.

Pero sigue presente. Inevitable: desde la ducha, el norte, desde el dormitorio, el sur.
Lo que se ve son sitios familiares y habituales en este sitio.

Fotografías: Arriba: Panorámica Norte. Abajo: Panorámica sur. Abril 2006

4/16/2006




Zarzas y espino.

Un matorral de zarzas es difícil de traspasar. Una alambrada de espino también.
Una vez más, los restos de la guerra se mezclan con la naturaleza.

Fotografía: restos de una alambrada de espino en el bosque de Romanillos. Abril de 2006.

3/29/2006




Juegos de mayores y casitas de niños.


La segunda fase de la operación era clara: asegurar las poblaciones y territorios situados en la bolsa comprendida entre los ríos Guadarrama y Perales y la línea formada entre los pueblos de Quijorna y Brunete, al tiempo que se asentaba la cabeza de puente en la carretera a Boadilla del Monte.

Con cierto retraso se cumplió en su totalidad, excepto en el triángulo que formaban el Guadarrama y su afluente Aulencia. Allí no se estabilizaba la situación debido a la resistencia establecida por las tropas rebeldes en Loma Bellota, Vértice Mocha y el pueblo de Villanueva del Pardillo y su loma Fortificada.

El dominio de estos enclaves era fundamental, ya que junto a los vértices de Romanillos y Mosquito, formaban una línea de alturas que dominaban todo el sector este de la ofensiva. Quien las dominase, dominaría la situación.

Estas posiciones cambiarían de manos varias veces en el transcurso de la batalla, con el consabido derroche de vidas.

Al final de la ofensiva, solamente la Loma Fortificada permanecería en manos republicanas. Desde allí mantenían a raya a los nacionalistas situados a tan solo 1.500 metros en el también inexpugnable Vértice Mocha.

Estas elevaciones son lugares privilegiados por la belleza y extensión del paisaje que se ve ante ellos y ambos parajes hoy permanecen a salvo de la construcción. Uno, Mocha, está totalmente marcado por la guerra y sus sistemas de trincheras. En el otro, el cultivo ha borrado toda huella de su trágico pasado.

Pero ambos siguen teniendo una utilidad común: sirven de emplazamiento recóndito para usos que deben permanecer al pairo de miradas no deseadas.

En Mocha y Fortificada hoy hay sendas casitas de niños. Ambas construidas entorno a árboles y muy parecidas en su forma y contenido.

No sé si los niños que las poseen (ellos no entienden de lindes y recalificaciones) son pandillas rivales. No sé si juegan a las guerras entre ellos o si quedan para jugar a la botella, pero como arquitectos han sabido elegir sitios perfectos para las dos cosas.

En realidad son sitios estupendos para hacer cualquier cosa y no hace falta ser mayor para darse cuenta de ello.

Fotografías: 1ª Casita en Vérice Mocha y 2ª Casita Loma "Fortificada".
El mapa contiene un error: donde pone Loma Artillera debería poner "Loma Fortificada"